Juan, por Osvaldo Bayer

El 8 de diciembre de 2007 se publica en la Contratapa de Página/12 esta nota escrita por Osvaldo Bayer, en ocasión del Premio Cervantes a Juan Gelman, titulada simplemente “Juan“.
 

“Juan ha recibido el premio que se merecía. La alegría de ver su nombre en las tapas. El premio a las letras que forman las palabras. A las palabras que envuelven los sueños. Juan, el poeta de las calles, de los barrios, de las plazas. Del dar la mano. Juan tiene mano de orfebre, de sembrador, la mano que acaricia la vida, pero que se vuelve puño en los tiempos humillados.

Me acuerdo de cuando lo conocí. Por los años cincuenta. Unas reuniones de poetas, escritores con esperanzas más que jóvenes. Optimistas de pura sangre. Revistas literarias, que no se dan nunca por vencidas. Aparecen, reaparecen, se pierden, surgen, siempre nuevas. Ya era poeta, Juan. Nosotros éramos literatos, periodistas, ensayistas, novelistas, cuentistas. El era poeta. En los años sesenta los sorprendí caminando adelante, a unos veinte metros de mí, a él y a Raúl. Claro, Raúl González Tuñón. Quién otro. Estoy seguro de que iban recitando “La costurerita que dio aquel mal paso”. Evaristo Carriego. El poeta que debe haberlos despertado del sueño a los dos.

Juan, después, los sesenta. No sólo siguió escribiendo poesía todos los días. Sino que también se metió con todo en la lucha contra una sociedad que creaba villas miseria en las pampas más ubérrimas de la Tierra. La lucha, sus búsquedas. Sus libros siempre presentes, uno tras otro. Cada vez más comprometido. Dando la frente a los uniformes de turno. Pero Juan se daba tiempo también para remar en el cielo buscando estrellas y amaneceres, ninfas y silencios.

Juan ahí, tomando la revolución por la puerta delantera, sin interpretaciones academicistas. Pero siempre poeta. Con sus ojos más allá.

Pero la Muerte, de pronto. La Muerte de uniforme. Generales, almirantes, brigadieres, comandantes, comisarios generales, secretarios privados. Y los civiles marianizados de siempre con sus sonrisas genuflexas. Y Juan siguió en las trincheras de la vanguardia.

Hasta que vino la derrota. El dolor profundo. Me escribiste a Berlín, Juan, desde Roma, el 27 de mayo de 1979. No te dabas por vencido. Me comunicaste que seguías trabajando “en un proyecto político que tiende a crear una síntesis a partir de la derrota, un proyecto que, antes o después, me regresará al país”. Y buscabas la razón de tu tristeza y me decías: “La pelea por conseguir una política más sensata, la pérdida de tantos compañeros, el secuestro de mi hijo, de su compañera, del nieto por nacer, me distrajeron de mi condición de desterrado, me hicieron rotar por un limbo extraño, contradictorio, fantasmal y, muchas veces, alucinado”. Y agregabas algo para emocionarse en esos años de tantas luchas: “En poco más de un año escribí cinco libros de poemas con un par de obsesiones recurrentes. Una, el amor, una mujer amada; otra, la derrota, la muerte de los compañeros, mi hijo. Supongo que todo eso me distrajo también de mi condición de desterrado. Sólo ahora la empecé a admitir. Lo que escuché durante esa semana me llevó a reflexionar y escribir, que es mi manera de reflexionar sobre el exilio, nuestro exilio”.

Te contesté de inmediato desde Berlín, donde vivía yo el injusto destierro, así: “Querido Juan: no puedo decir alegría, más bien algo así como un agradecido deseo nostálgico de recordar, de recordar tu rostro de antes y de imaginarme el de ahora, con la belleza que da el sufrimiento a los nobles; eso es lo que sentí al recibir tu carta. He seguido tu lucha. Te he comprendido en todos tus pasos. Yo no puedo ser juez de un hombre de lucha, de un hombre de la permanente vanguardia, de un hombre que es la negación del oportunismo y el ejemplo puro del buscador nunca resignado. Juan: te he seguido más que en todo eso, en tu poesía. Las hemos leído mil y una vez en las reuniones de solidaridad aquí en Europa. La última, en Berlín, el público escuchó tus versos –magníficamente leídos por dos actores alemanes– como quien se halla en un oficio divino. Por eso, Juan, ves que todo está allí, en tu obra, para siempre. No la podrán ni destruir ni matar ni secuestrar ni torturar ni encarcelar. Está y estará allí, permanente. Ese convencimiento tiene que ser tu reposo, tu tranquilidad. Porque la lucha pasada, presente y futura, está en tu poesía. Que el reposo no te remuerda pensando en que la mejor poesía tiene que ser la acción. Porque por sobre tu ejemplar vida de luchador resplandece la poesía. Descansa ahora de la acción, no como resignación, sino como paso al vuelco total hacia la poesía. Las próximas generaciones esperan: van a querer saber de la poesía de la resistencia. Y tienes que estar vos, ya con la cabeza allí, en eso, fuerte, más fuerte que nunca acerado por los seres queridos que ellos hicieron desaparecer, por sus voces que escucharás todos los días, por los compañeros perdidos ya más allá del límite del horizonte. Ahora, Juan, la concentración de las fuerzas en la creación, que para ti es perennemente poesía. El limbo fantasmal y alucinado tiene que dar paso ya a la sonrisa segura, generosa, del triunfo del poeta sobre los enemigos del canto del gallo, sobre los enemigos del sol”.

Ahí mismo le propuse escribir un libro que se llamara “Exilio”. Juan aceptó de inmediato.

Cuando leí hace unos días que Juan había obtenido una distinción así, volví a repetir lo que siempre me llena de satisfacción: el triunfo final de la ética. Alguien tan perseguido como Juan, con el eterno dolor de haber perdido a su hijo y a su nuera embarazada por obra de la bestial represión militar, era reconocido ahora como un poeta fundamental del presente. En cambio, los que lo persiguieron ya están malditos por todas las generaciones. Quisieron matar la poesía y surgió la pluma que derrotó todas las armas, todos los instrumentos de tortura, la desaparición.

Así dice Juan en Exilio: “No era perfecto mi país antes del golpe militar. Pero era mi estar, las veces que temblé ante los muros del amor, las veces que fui niño, perro, hombre, las veces que quise, me quisieron. Ningún general le va a sacar nada de eso al país, a la tierrita que regué con amor, poco o mucho, tierra que extraño y que me extraña, tierra que nada militar podrá enturbiarme o enturbiar”.

Y así fue. A Juan le acaban de dar un ramo de flores. Hemos aplaudido los que lo conocemos y los que lo leen.

Juan, poeta y luchador por la sonrisa de los niños. Juan Gelman.”

 

Osvaldo Bayer 


Share

About Ariel Milanesi

Ariel Milanesi, nacido en 1965 en Bariloche, vive en la localidad de Capilla del Señor, (provincia de Bs. As.) y es ex-profesor de literatura, poeta y periodista argentino. - Este sitio, autorizado directamente por el mismo poeta en el 2011, está enteramente dedicado a Juan Gelman, su poesía y trayectoria artística. La redacción destaca la imposibilidad de conectar a los lectores, ya sea directa o indirectamente, con los herederos de Juan Gelman. Por lo tanto, mientras sea ese el propósito de sus mensajes, les aconsejamos dirigirse a las editoriales que publican su obra. Por otra parte, quisiéramos destacar también que valoramos todas búsquedas, entrevistas, alertas de eventos, ensayos y artículos relacionados con la actividad de Juan Gelman, tratando de reunirlas aquí de forma bien ordenada y accesible al publico. En el caso de que quisieran colaborar con nosotros publicando algo en este espacio web, les recomendamos que nos escriban por e-mail. Todo material recibido será evaluado por el comité editorial, el cual decidirá sobre su publicación y procederá a avisarles. Les rogamos que nos envíen sólo material propio (o sobre el cual posean los derechos necesarios para la publicación en este sitio) y que agreguen una nota en la que se autorice la redacción de juangelman.net para su publicación. Este sitio no tiene ánimo de lucro y todo el material publicado se encuentra distribuido de forma gratuita. Gracias a todos los que hacen posible la existencia de www.juangelman.net – Todo sobre la poesía de Juan Gelman . También para correcciones, derechos autoriales (hacia editores y fotógrafos) y otras pendencias, escriban a: . gelmaniana@juangelman.net
This entry was posted in Artículos, Premios, Uncategorized and tagged , , , , , , , , , . Bookmark the permalink.

One Response to Juan, por Osvaldo Bayer

  1. SOBRE JUAN…

    Decían se llamaba Juan, las nubes comenzaron a abrir el paso a su llegada. Tal vez especuló que habría el reencontrarse con viejos camaradas, compañeros de letras y militancia. Tal vez le quedaron palabras para alertarnos sobre aquello que elegimos mirar de soslayo, aquello que resumía en compromiso.

    Es de la estirpe de esos grandes, de esos mejores, de esos que quisiéramos no partiesen nunca. Es de esa piel curtida por el vibrar de cada instante en la vida, la no rescatada, la arriesgada.
    Nosotros, simples mortales, no podemos más que desde el lamento y el homenaje, intentar acercarnos a su sombra de gigante. Sombra porque toda su esencia se hace casi inalcanzable.
    Alguna vez Juan Carlos Monedero señaló al humano diciendo que: “es poquita cosa y hay que cuidarlo…” Y eso somos, ante semejante gigante que el destino nos regalara. Nos lo regalara para comprender que militar tiene tantas variantes como la palabra mezclada en un poema, en un pensamiento.
    Él nos cuidaba…

    Atilio Borón dijo que: “…Sembró palabras e ideas que germinarán con fuerza en los corazones de millones de militantes de Nuestra América…”
    Alejandro Jusim expresó: “…Cada letra soñada sobre un papel en blanco, es célula que forma el corazón del poeta. Y las letras, querido Juan, jamás dejaran la vida…”
    El gran Eduardo Galeano casi como una reflexión: “…A veces, la muerte miente.

    Y ahora, lo repito: miente la muerte cuando dice que Juan Gelman ya no está.

    El sigue vivo en todos los que lo quisimos, en todos los que lo leímos, en todos los que en su voz hemos escuchado nuestros más profundos adentros.

    Nunca encontraremos palabras que expresen nuestra gratitud al hombre que fue muchos, al que fue nosotros y nosotros seguirá siendo en las palabras que nos dejó…”

    Casi nadie quiere quedarse sin decir algo de Juan, algo sobre Juan. Muchos son los que pretenden homenajear, honrar al que ha sido y al que es; al que ha trazado camino y enseñó a escuchar la historia con toda su sangre y sus gritos, con todos los tormentos y las esperanzas…
    Casi nadie quiere dejar de decir, para que el Poeta, el Militante no calle, como Mariano Clavijo: “…La puta madre se nos fue Juan Gelman…qué poeta!!! Menos mal que nos dejó sus libros. Trago amargo y miro desesperado la biblioteca a mis espaldas, busco y busco. Lo encuentro, lo saco, lo arrimo a mi pecho y ahora sí, desandolvido. Es “Mundar”…”

    Conrado Yasenza en el deambular de las palabras y los sentires confundidos, mezclados, firmes, desbaratados susurró: “…Murió el Poeta; algo se apagó en mí. Poco se sabe Yo no sabía que no tenerte podía ser dulce como nombrarte para que vengas aunque no vengas y no haya sino tu ausencia tan dura como el golpe que me di en la cara pensando en vos…”
    Y Claudia Korol casi como un detalle, como una marca dice: “…allí fue Juan, atardeciendo en sus palabras como en su propia salsa. Juan, el buscador de rastros suyos y nuestros en los cuerpos olvidados.
    Allí fue Juan, con los pedacitos rotos de nuestros compañeros y compañeras, sembrados con la fuerza de sus nombres en nuestra memoria colectiva…”

    ¿Cómo reemplazar las palabras y la heroicidad de sostener la verdad anhelando la justicia?
    ¿Cómo suplantar el valor y la rebeldía ante un sistema depredador y alienante? Con poesía, pero también con compromiso y militancia.
    Pero no es cuestión de reemplazar, de suplantar, porque como dice Teresa Parodi: “…Usted sigue estando aquí, eso es muy cierto / Jamás hubo destierro que lo saque de este suelo / usted ha estado en casa pese al lejos / usted ha estado en casa todo el tiempo…”

    Luciana Bustos también se ha hecho presente en letra para homenajear: “…Nada fue como yo pensaba y escucharlo, tampoco…quizá alguno de los dos andaba a destiempo y ahora. Que leo. Su muerte. Perdido en aquella mesa se convierte en un abrazo, quizá el que él traía y que era Del amor…”
    Todos hacemos esta larga fila para pasar a homenajear al héroe de la palabra, el revolucionario del sentido, el militante del amor…
    Como Miguel Longarini que entre verso y verso le dice: “…Pero los poetas no mueren / apenas se van… / se meten en las hojas, / en los armarios, / en las bibliotecas…”

    Reflexiona Sergio Aldo Angulo: “…Juan Gellman se preguntaba por qué querían ocultar las heridas del pasado, por qué querían perder la memoria… a propósito de memoria y heridas, es interesante el concepto de “transparencia” que se suele utilizar.
    Esto está relacionado con el de “candidato”. Candidato viene de cándido esto es “blanco” sin mácula por eso, en el mundo greco-romano se vestían con túnicas blancas, no solo eso sino que también esas túnicas debían ser casi transparentes para que se vieran las heridas de guerra en el cuerpo, me pareció atinado recordar que aquellas gentes occidentales lejos de “tapar ” las heridas las mostraban!!!
    ¿Cómo llegamos a esto de proponer ocultar las heridas???
    Solo a los traidores que asesinaron a su pueblo se les tornó viable ese ocultamiento…

    Mediante un comunicado, el EZLN afirmó que “se fue un poeta que nunca se rindió y que armado de palabras nos hizo transitar el horizonte de otro mundo posible” y recordó que poco antes que el periodista y poeta fallecido encontrara a su nieta (nacida en cautiverio durante la dictadura militar), el Sub Comandante Marcos “le dedicó una carta que si bien comienza con un tono militarista y referencias al fuego, termina haciendo germinar la flor de la palabra; la misma que Gelman regó toda su vida en cada acción y en cada verso”.

    Decía Juan que “…y no morimos para morir…” Claro que no, al menos en el caso de Juan es más que contundente, porque, al igual que varios como Hugo Chávez, como el Che, como Neruda, Walsh, Urondo, Benedetti, Tejada Gómez, Lima Quintana y tantos, como ellos Juan es otro más de los imprescindibles, de los eternos, los que permanecen y existen más allá de existencia. Porque no existimos para sólo existir; porque “…somos un verso (que) puede nacer del encuentro entre una piedra y un fulgor…”

    Alguien podría especular que desde los estantes de las bibliotecas, se derraman letras como lágrimas, lamentos hechos versos, tristezas en poemas…pero no, al menos en este caso no. Juan, como otros, marcó un camino, la senda de la perseverancia y la tozudez de no amilanarse ante nada ni nadie.
    Y con esa convicción nos decía: “…Si me dieran a elegir, yo elegiría /este amor con que odio, /esta esperanza que come panes desesperados. /Aquí pasa, señores, /que me juego la muerte…” Porque así fue, es, su existencia en este terreno mundo de la permanente incomprensión de nuestra esencia, la que él interpretaba a cada paso versado…

    Brindemos por la esperanza del no olvido, del recuerdo permanente de quien nos convencía que: “… ¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre, hasta aquí no? / Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas…”

    Es cierto que la muerte miente…pero, “…por si la muerte, (como decía Armando el otro imprescindible) estoy en vela…”

    Que así sea…

    NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma
    elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com
    http://elclubdelapluma.bligoo.com.ar

    DOMINGOS DESDE LAS 10 HS.
    POR FM 103.9 RADIO INÉDITA
    http://www.radioinedita.com.ar

Leave a Reply to NORBERTO GANCI Cancel reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *